"Que no sepan, no se expresen, no piensen", de Javier Marías

 



“Que no sepan, no se expresen, no piensen”, Javier Marías. Este es un fragmento inicial del artículo aparecido en “El País Semanal” el 17 de enero de 2021. Léelo y piensa en el tipo de ciudadano en que quieres convertirte. Si no deseas ser dirigido, ponte a estudiar ya filosofía. Hazme caso (a mí o a Javier Marías). Si deseas leer el artículo completo, consulta el diario "El País".


Me entero por el enteradísimo Juan Cruz de que la nefasta ley Celaá de Educación elimina la asignatura de Ética en el curso o cursos en que se impartiese. Creo recordar que la también funesta ley Wert suprimió Filosofía, lo cual trajo leves protestas entre los filósofos y profesores de la materia (no son lo mismo unos que otros). Ya mucho antes cayeron el Griego, el Latín, buena parte de la Literatura y no sé cuántas cosas más. Es asombroso que los pedagogos actuales tengan titulación y facultades para determinar qué se enseña y qué no. Si por la mayoría fuera, “se aprendería a aprender” y no se enseñaría nada, y así conseguiríamos el ideal de toda sociedad totalitaria: individuos que no saben, no entienden, no razonan, no se expresan, no piensan. Hacia eso se va, paso a paso y a veces a zancadas, como ahora con la eliminación de Ética. Al fin y al cabo, se dicen los gobernantes, ¿para qué sirve sino para que los ciudadanos tengan ideas de justicia, responsabilidad y solidaridad, de lo que se puede y no hacer por el propio bien y por el de los demás, de dónde están los límites del necesario egoísmo y de la libertad necesaria, de hasta qué punto el Estado está capacitado para imponer, en qué cuestiones sí y en cuáles no? En suma, ¿para qué sirve la Ética sino para que nos pongan pegas y nos critiquen?

No hay ningún Gobierno carente de ansias totalitarias, hasta los indudablemente democráticos. Quiero decir que todos aspirarían a ganar elecciones por unanimidad y a disponer de un cheque en blanco para obrar a su antojo. Claro que los respetuosos de las reglas saben que eso es imposible y aceptan lo relativo y parcial de su poder, y por tanto los pactos, las alianzas, las concesiones y las renuncias. Pero eso no los priva de sus ansias, aunque sean un desiderátum que demasiadas veces, sin embargo, se ha cumplido, desde Hitler y Stalin hasta Putin… y casi Trump. Esas ansias llevan, a los de menores escrúpulos, a sortear las limitaciones con subterfugios o con descaro. Hoy este detalle, mañana el otro, los años cuentan con muchos días. La supresión de Ética parece algo mínimo, pero va por ese camino. Paulatinamente se logra que los escolares no sepan pensar, ni hablar propiamente, no digamos escribir. La creación de tarugos es un objetivo indisimulado de los políticos obtusos de nuestro tiempo. Nos precisan a su imagen y semejanza. (...)

 

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