"Hacia la luz", de Manuel Vicent

 




Me encanta esta columna de opinión: es instructiva y optimista.

“Hacia la luz”

Mañana, 21 de diciembre, con el solsticio comenzará a crecer la luz del día en el hemisferio norte e irá muriendo a la par en el hemisferio sur, nada que no se haya repetido durante miles de millones de años.

La piel fría, de Albert Sánchez Piñol

 


Imagínate que te ofrecen el trabajo de tu vida: un año en una isla desierta sin otra tarea que apuntar a diario los datos climáticos (temperatura, humedad, velocidad del aire…) Todo bien, salvo que en cuanto desaparece el sol, la primera noche, empiezas a sufrir los durísimos ataques de unas criaturas que solo desaparecerán por la mañana. ¿Será así durante todo el año? ¿Aguantarías? El protagonista de este libro debe, quiere, hacerlo. Léelo: no te defraudará. Luego, me cuentas.


¿Estás a favor de revisar la ley de transexualidad española?

 


¿Crees que hay que variar la ley de transexualidad que está en vigor actualmente en España? ¿No te has formado una opinión? A no ser que no te importe nada porque no vives en este mundo, te recomiendo que escuches por lo menos los primeros veinte minutos de este interesante debate. Luego estarás listo para elaborar una buena argumentación sobre el tema.

https://www.ondacero.es/programas/julia-en-la-onda/audios-podcast/el-gabinete/gabinete-debe-sacar-adelante-ley-trans_202011055fa43e790e37c40001f5e5db.html

"El dilema de las redes"

                                                       


Entiendo que estés enganchadito a tu móvil, en particular a instagram . Pero ve este documental y luego me cuentas si te has replanteado de alguna manera tu relación con esta y otras redes sociales. Yo, sí.

Aquí te dejo el enlace al tráiler o avance .

https://www.netflix.com/es/title/81254224



 

"La quiero a morir", Pau Donés y Alejandro Sanz

                                                        


En homenaje a Pau Donés, quiero subir esta emocionante colaboración con Alejandro Sanz. La canción no es suya, pero el resultado es fantástico. Fíjate en la letra: es un homenaje a la hipérbole. Espero que te guste.

https://www.youtube.com/watch?v=Ht_sdb16LLQ

La quiero a morir

Y yo, que hasta ayer solo fui un holgazán
Y hoy soy el guardián de sus sueños de amor
La quiero a morir

Podéis destrozar todo aquello que veis
Porque ella de un soplo lo vuelve a crear
Como si nada, como si nada
La quiero a morir

Ella borra las horas de cada reloj
Y me enseña a pintar transparente el dolor
Con su sonrisa

Levanta una torre desde el cielo hasta aquí
Y me cose unas alas y me ayuda a subir
A toda prisa, a toda prisa
La quiero a morir

Conoce bien cada guerra
Cada herida, cada ser
Conoce bien cada guerra
De la vida y del amor también

Me dibuja un paisaje y me lo hace vivir
En un bosque de lápiz se apodera de mí
La quiero a morir

Y me atrapa en un lazo que no aprieta jamás
Como un hilo de seda que no puedo soltar
No puedo soltar, no quiero soltar
La…


"Un respeto", Elvira Lindo

 

Elvira Lindo reflexiona en este estupendo artículo sobre cuál debe ser la actitud de los adolescentes y los jóvenes ante la pandemia y qué se les debe y puede exigir. No te lo pierdas, sobre todo si eres de los que se saltan a la torera las normas actuales porque crees que esto no va contigo.

Un respeto

La voz de los supervivientes de la covid. Las radios nos van mostrando sus testimonios. Secuelas que provocan escalofríos: migrañas, dificultad para respirar, pérdidas ocasionales de memoria, lentitud mental. Hay días en que creemos saber algo sobre el maldito virus y otros en que nos inunda una certidumbre de ignorancia. De cualquier manera, siempre hay algo por lo que dar gracias. Viendo el panorama, yo agradezco no tener adolescentes a mi cargo, ni jóvenes en su primera juventud que puedan discutirte en casa las medidas sanitarias. Hace tiempo que veníamos barruntándolo: nuestra sociedad exige a los ciudadanos un nivel de responsabilidad y autocontrol según la franja de edad. A los viejos, que les zurzan. Hemos decidido que carecen de derechos y de soberanía. Los amados hijos, las amadas hijas, llevan a rajatabla el aislamiento de sus progenitores y a menudo lo exhiben con orgullo. La salud equivale hoy a padecer o no la covid. Parece dar igual que se mueran de pena, de estar más solos que la una. Pasamos de glosar las virtudes de una generación que comenzó sus días en la guerra a olvidar que tienen voluntad propia aunque su movilidad esté mermada. Es una edad de fácil sometimiento. Lo pienso a menudo: si llegar a vieja es obedecer, menudo viaje estúpido entonces el de la vida que te niega derechos y hace que la sociedad te mire con condescendencia.

Los niños, a su peculiar manera, también son fáciles de controlar. La mente infantil es tan milagrosamente flexible que convierte enseguida las nuevas normas en tradiciones. Asombra verlos lavarse las manos con tanto esmero, asumir con fortaleza su pertenencia a las burbujas escolares. Algunos han sido separados de sus mejores amigos y se saludan con la mano de un extremo a otro del patio. Tenían tantas ganas de ir al colegio que disfrutan a tope de esta reducida sociabilidad. Hasta han padecido que por momentos les cierren los parques, la medida más incongruente de todas, siendo el lugar más seguro de encuentro social en estos tiempos.

Pero, cuidado, que llegamos a la adolescencia, esa enfermedad que se cura con el tiempo, y los expertos se ponen ñoños, juvenilistas, majetes. Antes de afirmar que en el ocio nocturno es donde se está produciendo el mayor foco de expansión del virus, instan a acudir a los dichosos influencers para que les comuniquen, en el supuesto lenguaje cifrado de la juventud, que seguir una serie de normas para no perjudicar la salud colectiva es guay. Hasta hay quien anima a convertir la mascarilla en un complemento de distinción para que cada joven customice su responsabilidad. Me pregunto si no sería más eficaz dirigirse a ese sector de la ciudadanía, porque ciudadanos son, con seriedad, con la seriedad que merecen y con la que se les debe exigir.

Las autoridades políticas han contribuido en gran parte a este desatino. Sabemos que no todos los jóvenes obedecen solo a su egoísmo, de hecho, seguro que son más los que tienen conciencia de la importancia de su comportamiento, pero basta con que sean unos pocos. Esos pocos, muchos cuando se amontonan en un espacio angosto, llenaron los días pasados algunas calles de Granada. La Junta y el Ayuntamiento optaron por cerrar el lugar seguro que era la universidad para permitir el aluvión a la puerta de los bares. Lo que ha pasado, esas cifras que se han disparado, era esperable, estaba cantado. Lo advertían los sanitarios, que, junto con los supervivientes de la covid, no saben qué decir para que se les tenga respeto. Respeto. Pero se ha favorecido aquello que producía un beneficio económico inmediato. Por supuesto, la educación y la sanidad siguen estando a la zaga. Imagino que es difícil para un joven serlo ahora, también ser responsable de adolescentes bajo estas premisas, pero no cabe otra que exigirles su parte como a un adulto cualquiera. Aunque qué decir si en Madrid el toque de queda se traduce en ampliar el horario de los bares. Qué decir ya.

                                                            Elvira Lindo, “El País”, 25-10-2020

 



 




Rima XXIII

Por una mirada, un mundo;

por una sonrisa, un cielo;

por un beso... yo no sé

qué te diera por un beso.

Gustavo Adolfo Bécquer


 



Rima XXX de Bécquer
 
Asomaba a sus ojos una lágrima,
y a mi labio una frase de perdón;
habló el orgullo y se
enjugó su llanto,
y la frase en mis labios expiró.
Yo voy por un camino, ella por otro;
pero al pensar en nuestro mutuo amor,
yo digo aún: ¿por qué callé aquel día?
Y ella dirá: ¿por qué no lloré yo?

Gustavo Adolfo Béquer

"Wilt", de Tom Sharpe

                                            



Bueno, no es que sea santo de mi devoción este libro, pero sé que gusta mucho, que entretiene y divierte, y que todo el que lee esta primera novela de la saga y la disfruta, está de enhorabuena porque puede seguir leyendo las disparatadas situaciones que le ocurren al protagonista. Son cinco, los libros que escribió Sharpe con el mismo personaje. Todos ellos siguen la estela del mejor humor británico. Espero que te gusten. Son muy apropiados para contrarrestar esta extraña etapa en la que nos encontramos.







"Orgullo y prejuicio", de Jane Austen




Segunda propuesta para comenzar con buen pie este verano, la deliciosa “Orgullo y prejuicio”, de Jane Austin. Una historia de amor que nos queda algo lejana por su formalidad pero que nos atrapa desde el principio. A mí me pasa algo muy curioso, siempre que la releo, engancho de tirón todas las de su autora y  luego, muchas veces, me paso a las hermanas Brontë. Por cierto, si te gusta, luego puedes ver la película: está muy lograda.


"Muerte en la clínica privada", de P.D. James




Primera propuesta para entretener la espera mientras salen las notas de la innombrable: una novela policíaca de una de las mejores escritoras del género, P.D. James. Su detective, Adam Dalgliesh, es una de las creaciones que marcan un estilo, el del policía con sentido artístico, introspectivo, sensible y prudente. Este es uno de estos libros que se disfrutan por la trama y por lo bien contada que esta está. Recomendable para empezar bien este verano y vaciar la cabeza de un estresante curso.


"Siempre lo que quieras", de Angel González

 


"Siempre lo que quieras"
Cuando tengas dinero regálame un anillo,
Cuando no tengas nada dame una esquina de tu boca,
Cuando no sepas qué hacer vente conmigo
-Pero luego no digas que no sabes lo que haces.

Haces haces de leña en las mañanas
Y se te vuelven flores en los brazos.
Yo te sostengo asida por los pétalos,
Como te muevas te arrancaré el aroma.

Pero ya te lo dije:
Cuando quieras marcharte ésta es la puerta:
Se llama Ángel y conduce al llanto.


Ángel González, Breves acotaciones para una biografía



¿Quién me ha robado el mes de abril?





Fotografía de Víctor Maeso


“¿Quién me ha robado el mes de abril?” cantó mi Joaquín Sabina.

Nunca hubiera pensado que, literalmente, me iba a ocurrir lo cantado por Sabina…

Te dejo la letra, para que disfrutes aún más de esta melancólica canción en esta cuarentena que ya nos ha robado un mes y va camino de birlarnos otro más…

Y aquí, el enlace al vídeo… 


Bocaccio, El Decamerón"


"El Decamerón" ("Estos cuentos no son apropiados para mentes jóvenes e inocentes como la tuya. Por ello, si decides leerlos, será bajo tu responsabilidad")

En 1348, una epidemia terrible, la peste negra, sacudió a Europa, que vio diezmada su población a la mitad. En la época, no se conocían las causas reales del contagio ni se tenían los conocimientos científicos que poseemos hoy para saber cómo aislar un virus. Cuando la peste entraba en una ciudad, la única solución posible era la huida.
Bocaccio, escritor renacentista italiano, se inspira en la enfermedad para escribir su famoso “Decamerón”. Diez jóvenes de clase alta huyen de su ciudad, Florencia, y se refugian en una villa situada a las afueras. Su única distracción será contar historias. Cada día, todos los jóvenes deben contar sendos cuentos. En total, cien cuentos. La mayoría de ellos, tienen un aire picante, erótico. No son apropiados para mentes jóvenes e inocentes como la tuya. Por ello, si decides leerlos, será bajo tu responsabilidad. Aquí te dejo uno, pero que no se entere nadie….

“El velo de la abadesa” de Bocaccio

Viejos muertos de miedo


¿Y si el virus hubiera atacado a los jóvenes como tú? ¿Cómo hubieran reaccionado tus abuelos? Elvira Lindo es tajante. Léela.



“Viejos muertos de miedo”, por Elvira Lindo. Publicado en “El País” el 15 de marzo de 2020

Entre estas cuatro paredes, pienso. Pensar es un vicio solitario. Pienso en qué habría ocurrido si esta pandemia se estuviera cebando con los niños. Pienso en cómo padres o abuelas habrían exigido medidas urgentes desde un primer niño muerto.

"Geometría de una pandemia"



Este es uno de los artículos más claros que he leído sobre el virus y las razones por las que hay que seguir el encierro al pie de la letra, aunque nos cueste. Ha aparecido en "El País" de hoy, 15 de marzo de 2020 (2º día de encierro".

“Geometría de una pandemia”, por JoséLuis Sampedro

Los científicos llevaban un mes preocupados por una cuestión coronavírica fundamental. Sabían que China había logrado controlar sus focos de infección, en particular la ciudad de Wuhan, con 11 millones de habitantes, por el simple prospecto de aislarlos del resto del mundo. Pero ¿sería posible aplicar ese tipo de medidas en las democracias occidentales? Acabamos de ver que sí. Las medidas del Gobierno español, como las de otros países de nuestro entorno, se basan casi por entero en la experiencia china. Los aislamientos y las cuarentenas ralentizan la propagación del virus. Eso no quiere decir que lo eliminen —este coronavirus no tiene pinta de estar en riesgo de extinción—, pero sí que permite a los sistemas sanitarios gestionar sus efectos. Esta es la clave para entender la crisis sanitaria. Las Bolsas son otra historia.

El coronavirus (SARS-CoV-2, en la jerga, causante de la enfermedad respiratoria Covid-19, pero ruego al lector que se olvide de estas espesuras lexicológicas) se propaga mejor que su predecesor el SARS, y hasta mejor que la gripe, que hasta ahora era la verdadera pesadilla de los epidemiólogos. Pocos científicos esperarán eliminarlo a estas alturas. Lo más probable es que el coronavirus infecte tarde o temprano a la mayor parte de la población europea, y seguramente de la mundial. La canciller alemana, Angela Merkel, lo ha cifrado esta semana en un 70% de la población, y quién sabe si se quedó corta. Pero esto no es un dato tan preocupante como parece.

Una buena regla que han aprendido los epidemiólogos en esta crisis es 80/15/5. Son porcentajes, y por eso suman 100. El 80% de los españoles, y de los europeos, se infectarán sin casi enterarse. Para ellos, la enfermedad será tan leve que ni le prestarán atención más allá de un ocasional paracetamol. El 15% puede sufrir neumonía y necesitará tratamiento. Y el otro 5% tendrá que ingresar en la unidad de cuidados intensivos (UCI) de su hospital. 80/15/5 es la clave para entender las medidas que están tomando el Gobierno. Esas medidas son correctas, pero no siempre fáciles de entender por la población. Ni por los mercados, por las fluctuaciones cuánticas que venimos observando en ese gallinero.

 

Hay una geometría de la pandemia. Si el virus va a acabar por contagiarnos a casi todos, ¿por qué empeñarse en frenar su propagación? El objetivo del estado de alerta declarado por el Gobierno no es protegerte a ti, desocupado lector, sino al sistema sanitario que, con toda seguridad, necesitarás alguna vez en tu vida. El 5% de 100 infectados son cinco pacientes en la UCI. El 5% de un millón de infectados son 50.000 pacientes en la UCI. Ningún sistema sanitario puede soportar eso y las medidas son necesarias para allanar la curva de contagio, como puedes leer en Materia. El número final de infectados puede ser el mismo, pero su llegada a los hospitales se escalonará lo bastante como para hacer posible la atención a los casos más graves. Tu aislamiento no es para ti, sino para los demás. Pórtate bien.






Marianela, de Benito Pérez Galdós





Este año 2020 se recuerda el centenario de la muerte de Galdós. No concibo una celebración literaria sin leer al autor. ¿Por dónde puedes empezar? Por ejemplo, por “Marianela”, uno de los libros que mejor han funcionado y funcionan en bachillerato.

Cuenta la triste historia de una chica muy, muy buena, pero muy, muy feúcha que hace de “lazarillo” de un joven ciego. Dicho joven está enamorado de ella; pero no la ve, claro. ¿Qué pasaría si recuperara la vista? Si quieres saberlo, abre el libro, que es muy chulo…

 


"Presentes" una poesía para el 8 de marzo



Muy apropiado este poema de la guatemalteca Guisela López para celebrar el “Día de la Mujer”. ¡Salud a todas!

Presentes

 Llegamos aquí presurosas…

Hemos venido,

convocadas por un sueño.

Las mujeres

recorremos las plazas del mundo

desplegando palabras.

Hemos llegado de todas partes

unas tristes,

otras alegres,

algunas rotas.

Trazando arcoíris

con nuestros colores de piel,

constelaciones

con nuestras miradas.

Nos encontramos

proclamando la soberanía de nuestros cuerpos,

defendiendo la libertad de nuestros pasos.

Haciendo resonar nuestra voz.

de continente a continente.

Transgrediendo mandatos,

construyendo metáforas amables

con la fuerza de nuestros deseos.

Enlazándonos,

más allá de nuestra edad

y nuestras nacionalidades.

Acarreando esperanzas

en la desesperanza.

Tejiendo redes,

laboriosas arañas.

Construyendo ciudadanía

centímetro a centímetro.

Transformando la realidad

con nuestros caminares,

incursionando el viento

vestidas de cometas,

despeinadas de flores,

deliberadas,

presentes,

en esta marcha por la vida.





" A pie", por Lucía Mbomio



Aquí tienes una argumentación sencilla y eficaz. Los dos primeros párrafos funcionan a modo de exposición. La tesis y la conclusión están en rojo. Los conectores y argumentos bien ordenados, en verde. Antes de leerla, intentamos argumentar en clase acerca de este tema: "por qué es bueno ir andando al colegio desde pequeños".  

“A pie”, de  Lucía Mbomo

Mis padres escogieron el colegio en el que pasé toda la EGB porque estaba más o menos cerca de mi antigua casa. Ese era uno de los criterios más comunes de elección. Por aquel entonces, a diferencia de buena parte de la gente que conozco en Madrid centro, no recuerdo a casi nadie que fuera en coche o en metro a clase ya que, precisamente por esa proximidad a la que he aludido con anterioridad, no era necesario.

Como todavía no se había producido una incorporación masiva de las mujeres al trabajo no doméstico y remunerado, eran sobre todo las madres quienes llevaban a sus vástagos a clase andando. También era habitual que se fueran turnando y que cada semana una se encargara de varios niños. No había ni subterráneo en el sur y si mi memoria no me falla, únicamente aquellos que iban a centros privados se desplazaban en autobús.

Los demás solíamos ir a pie y, a partir de una edad, en mi caso a los nueve años, solos. Necesitaba unos veinte minutos para subir la enorme cuesta que me separaba del centro al que asistía y que me parecía eterna por el peso que llevaba a la espalda. Sin embargo, dejando a un lado el tema de las mochilas esas cuadradas que pesaban más que las que usan en el ejército y que encima no tenían ruedas, caminar era genial por muchos motivos.

Primero, nos servía para espabilarnos. En invierno, con el frío que hacía, capaz de cortarnos la piel del rostro y teñir nuestras narices de rojo, nos despertaba más que la ducha. En realidad, daba igual en qué estación nos encontráramos, a partir de la primavera, entre el polen y la luz, ya no había quien nos durmiera.

Segundo, era una manera de socializar, de hacer amistades y de intercambiar confidencias, no solo con el alumnado de la misma clase, que para eso, obvio, estaba el recreo, sino también con compañeros de otros cursos que eran del vecindario y recorrían el mismo trayecto.

En tercer lugar, ya en el instituto, hay que pensar que varios romances de juventud se gestaron en esas rutas que nunca queríamos que acabaran. Que si "me gusta alguien de clase"; que si, "ah, sí, ¿quién?"; que si, "tú le conoces..." y ya saben cómo acababan (o comenzaban) esas cosas. Ahora bien, hubo personas, entre las cuales me incluyo, que se quedaron siempre en el punto anterior, en el de afianzar las amistades. Da igual, también estaba bien.

Desde un punto de vista académico, ese rato podía servir para repasar el temario los días de examen y elucubrar qué preguntas podrían entrar.

Algo destacable y digno de valorar es que era una forma de luchar contra el sedentarismo del que tanto se habla en la actualidad. Como llegáramos tarde, las carreras que nos echábamos no tenían nada que envidiarle al test de Cooper.

Pero hay más, ir sola o con amigas a clase era una manera de ganar independencia, de ir asumiendo responsabilidades y, por tanto, de crecer por dentro. También resultaba útil para conocer los rincones del barrio, perderles el miedo, amarlos y hacerlos propios. Muchas personas gestaron su barrionalismo yendo y volviendo del colegio.

 





Cumbres borrascosas



Cumbres borrascosas, de Emily Brontë

Si te gustan las novelas de amor y de pasión, con pocos libros vas a vibrar como con este. Te aseguro que, muchos años después de haberlo leído, seguirás teniendo vívidos, en tu recuerdo, a los personajes de Catherine y Heathcliff. Si no te lo crees, lee esta novela y hablamos dentro de unos añitos.

"Dulcinear"



Rosa Montero juega en este artículo publicado en "El País" con motivo del día de los enamorados, con la figura inventada por Cervantes. ¿Y tú? ?¿Has "dulcineado" alguna vez?

 
“Conjugando el verbo ‘dulcinear’, Rosa Montero
 
HAY UN PROGRAMA de televisión titulado Catfish (un nuevo término inglés que significa impostor digital) que consiste en investigar y desvelar la verdadera identidad de aquellas personas que se hacen pasar por otras en las redes sociales. Lo he mirado por encima tres o cuatro veces, y en todas las ocasiones se trataba de un asunto amoroso. El último que he visto me ha dejado pasmada: una estadounidense de 39 años con una hija de 18 se escribe durante nueve meses con un tipo de 27 (“pero muy maduro para su edad”) que vive en otro Estado. Del chico sólo conoce cinco fotos (está, obviamente, muy macizo) y durante todo este tiempo no ha conseguido verse con él por Internet (alega que tiene la cámara rota) ni quedar en algún lugar intermedio entre sus ciudades. Eso sí, se han escrito muchísimo, han conversado por teléfono, sin duda han hecho sexo de voz o de texto, han hablado de casarse y están al parecer enamoradísimos. “Nunca he querido tanto a un hombre en toda mi vida; nunca me he entendido con alguien tan bien”, dice la incauta.
Es su hija quien, sin la ceguera de la pasión, considera que la relación es muy sospechosa y avisa al programa. La investigación demuestra que el supuesto bombón es en realidad una chica poco agradable de 31 años, lesbiana y con antecedentes penales. Hay un cara a cara entre las dos, y se diría que la catfish también se ha autoengañado: mantenía la esperanza de que su víctima se acabara enamorando de ella. Pero la mujer queda comprensiblemente devastada y sale corriendo (además es heterosexual).
Supongo que les costará creerme, pero la víctima no parecía una tonta; simplemente estaba muy necesitada. Qué fácil es engañar a un corazón enamorado. O mejor dicho: con qué facilidad un corazón ansioso de enamorarse logra engañar a su dueño. En realidad la protagonista del documental se estafó a sí misma.
La pasión es así, una quimera. Cuanto más apasionada sea una persona, más distancia guarda su amor ilusorio con la realidad. Cervantes, que ya lo ha escrito todo, nos muestra la ridiculez de esos espejismos cuando habla de la chaladura de Don Quijote por su inexistente Dulcinea, un ser inventado por él a partir de una campesina vecina, Aldonza Lorenzo. En realidad todos dulcineamos un poco o un mucho al enamorarnos, como la protagonista de Cat¬fish. Ya lo decía Platón: amar es dar lo que no se tiene a quien no es. Lo que no se tiene, porque en el irrefrenable impulso de conquista nos mostramos adornados de virtudes, desplegamos colas de pavo real que no son nuestras, fingimos ser mejores de lo que somos. Y a quien no es, porque el zapateado del cortejo se lo estamos haciendo a la Dulcinea que nos hemos inventado, no al individuo auténtico, ese ser real que nos empeñamos en no ver.
Por eso las pasiones prosperan cual hongos al amparo del desconocimiento del otro. Ahora, con la invisibilidad de las redes; pero antes, en tiempos más convencionales, por ejemplo, también por la distancia en los noviazgos: esas parejas que no se conocían sexualmente antes de casarse y que vivían unas relaciones prematrimoniales muy formales fueron causa y origen de muchas fantasías y desengaños. Por no hablar, claro está, de las relaciones epistolares, un perfecto caldo de cultivo de la pasión inventada. Como la historia de la escritora estadounidense Helene Hanff (1916-1997), que se escribió durante 20 años con Frank Doel, un librero de Londres; empezó comprándole libros y terminaron dulcineando dulcemente. Hanff nunca se atrevió a conocerle personalmente; para cuando estaba empezando a reunir el valor, Doel se murió (probablemente hizo bien en no verle: que la realidad no te estropee una buena pasión). Las cartas están publicadas en un librito delicioso, 84, Charing Cross Road, la dirección de la librería.
La pasión, en fin, es como esas sombras chinescas que uno hace con sus manos sobre la pared. Si apagas la luz (el tórrido foco de tu imaginación), las sombras desaparecen. Y así, amados de antaño cuya ruptura con ellos fue un cataclismo, pueden parecerte hoy perfectos desconocidos sin un átomo de encanto en su interior. Dulcinear sin freno es lo que tiene (yo estoy intentando quitarme).
 

 




LA METAMORFOSIS

Franz Kafka, La metamorfosis

¿Y si una mañana encuentras que te has convertido en un insecto? ¿Qué harías? ¿Será esta pequeña narración alguna metáfora? Seguro que a ti te dice algo. Estás en la edad de disfrutar de esta joya. Y, si te emociona, bucea en la vida de su creador y anímate a leer algo más de él.


"SOLEDAD"





El tema de este bonito relato está ya expresado en el título. En el mundo de hoy, presiento que hay y habrá muchos hilos rojos por ahí...

  “Soledad”, de Pedro de Miguel

 Le fui a quitar el hilo rojo que tenía sobre el hombro, como una culebrita. Sonrió y puso la mano para recogerlo de la mía. Muchas gracias, me dijo, muy amable, de dónde es usted. Y comenzamos una conversación entretenida, llena de vericuetos y anécdotas exóticas, porque los dos habíamos viajado y sufrido mucho. Me despedí al rato, prometiendo saludarle la próxima vez que le viera, y si se terciaba tomarnos un café mientras continuábamos charlando.

No sé qué me movió a volver la cabeza, tan sólo unos pasos más allá. Se estaba colocando de nuevo, cuidadosamente, el hilo rojo sobre el hombro, sin duda para intentar capturar otra víctima que llenara durante unos minutos el amplio pozo de su soledad.


"La polla y el coñazo"

 



Y, al final, ¿serán estas expresiones que denotan sexismo o no? Si quieres saberlo,

 léete este interesante artículo de Alex Grijelmo. Aviso, todos los profesores de bachillerato lo adoramos y los coordinadores de la EVAU, también. Y no digo más.

                        "La polla y el coñazo" de Álex Grijelmo. (26-01-2020)

     Algunas críticas al lenguaje machista (razonables en otros aspectos) incluyen el ejemplo de que se llame “coñazo” a algo desagradable y se exclame “es la polla” para resaltar algo fabuloso.

     La palabra “coñazo” es negativa, y si alguien dice que expresa machismo no le llevaremos la contraria; pero habrá que considerarla al lado de algunos sentidos opuestos, como “chorrada” (peyorativo) y “virguería” (meliorativo); o situarla junto a otras alusiones desfavorables a los atributos masculinos, como “hacer el chorra”, “pijada”, “soplapollez”, “mingafría”, “ser un cojonazos” o “hacerse la picha un lío”.

En cualquier caso, un varón puede ser un coñazo, y también quedarse en bragas; y una mujer, bajarse los pantalones o cogérsela con papel de fumar,  porque tales locuciones han perdido su significado literal. Así es la lengua. No hay mayor incongruencia textual que la transmitida por una expresión positivísima como “es de puta madre”. Si se juzgan este tipo de expresiones en su literalidad, hay que examinar todo el inventario, no sólo las que convienen al discurso.

Y en lo referido a “polla”, conviene saber que su sentido elogioso es muy anterior a que se le añadiera el significado de “pene”, hecho que ocurrió hace relativamente poco, muy entrado el siglo XX.

Quienes viajan a América se asombran de que allá sea verosímil que se corra la polla del presidente o que alguien se saque la polla con toda normalidad. Es decir, que se dispute la carrera de caballos patrocinada por el jefe del Gobierno y que alguien gane la lotería. Y eso sucede porque uno de los significados antiguos de la palabra (aparte del relativo al mundo gallináceo) se refiere a un envite del juego o a unas apuestas.

El Diccionario de 1737 hablaba de “polla” como “porción que se pone y se apuesta entre los que juegan”. Y en el llamado “juego del renegado”, ese mismo diccionario explicaba que un participante necesita hacer cinco bazas “para sacar la polla”. Todo aquel mundillo propició expresiones como “meter la polla” o “meterla doblada” (hacer una apuesta; poner el doble de la cantidad que se había jugado), de donde es fácil deducir la relación con “tiene una suerte de la polla”, “vaya polla que ha tenido”... o “¡es la polla!”.

Como explicó el escritor y filólogo peruanoespañol Fernando Iwasaki (Las palabras primas, 2018), Cervantes ya había usado “polla” con el sentido de juego de cartas (El licenciado Vidriera, 1613); y el hecho de que en tales lances de la baraja se metiese, se corriera y se sacase la polla explica la irónica traslación posterior del término a otros significados. Pero eso ocurriría muchos siglos después (y sólo en España): No he hallado en los bancos de datos lingüísticos ningún registro de “polla”, como órgano sexual, anterior a la novela San Camilo, de Cela (1969). Por ejemplo, en Don Juan Notorio: burdel en cinco actos y 2000 escándalos, sátira anónima de 1874 repleta de palabras malsonantes, aparece 17 veces “picha” y ninguna “polla”.

Cela sí interpretaba (Diccionario secreto, 1971) un sentido erótico de “polla” en unos versos burlescos del XVII, pero en realidad se refieren sólo a los naipes. Y en sesudos diarios de principios del XX se leen expresiones como “una polla castellana negra” o “comiéronse la polla”, que, de haber tenido doble sentido, no habrían pasado el filtro de entonces (ni el de ahora).

En fin, parece imponerse hoy en día (de nuevo) el juicio sumarísimo contra algunas expresiones de resonancia sexual, acusadas esta vez de machismo; pero antes de condenarlas a la censura convendría conocer su historia y dejarles la posibilidad de defenderse.

 




"Seda", de Alessandro Baricco



Seda, de Alessandro Baricco

Esta es una deliciosa novela muy breve. Se lee en un suspiro. Es una historia de amor/pasión ambientada en el exótico Japón del siglo XIX. Lo tendría todo para haber triunfado en la época romántica. Para un fin de semana tranquilito .

"No te detengas"



El poeta norteamericano Walt Whitman me ha quitado las palabras de la boca. Es justo lo que os iba a decir. El tema, seguro que te suena, el "Carpe diem". Disfruta de estas sabias y bellas palabras

No te detengas

No dejes que termine el día sin haber crecido un poco,

sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.

No te dejes vencer por el desaliento.

No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte,

que es casi un deber.

No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.

No dejes de creer que las palabras y las poesías

sí pueden cambiar el mundo.

Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.

Somos seres llenos de pasión.

La vida es desierto y oasis.

Nos derriba, nos lastima,

nos enseña,

nos convierte en protagonistas

de nuestra propia historia.

Aunque el viento sople en contra,

la poderosa obra continúa:

Tu puedes aportar una estrofa.

No dejes nunca de soñar,

porque en sueños es libre el hombre.

No caigas en el peor de los errores:

el silencio.

La mayoría vive en un silencio espantoso.

No te resignes.

Huye.

“Emito mis alaridos por los techos de este mundo”,

dice el poeta.

Valora la belleza de las cosas simples.

Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas,

pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.

Eso transforma la vida en un infierno.

Disfruta del pánico que te provoca

tener la vida por delante.

Vívela intensamente,

sin mediocridad.

Piensa que en ti está el futuro

y encara la tarea con orgullo y sin miedo.

Aprende de quienes puedan enseñarte.

Las experiencias de quienes nos precedieron

de nuestros “poetas muertos”,

te ayudan a caminar por la vida

La sociedad de hoy somos nosotros:

Los “poetas vivos”.

No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas.